viernes, abril 18, 2008

En el pozo.

“No va a venir nadie a buscarte, no van a venir” Se repetía mientras esperaba sentada en el frío suelo, tremendamente sola. Esperaba en vano ser encontrada supuestamente por alguien o incluso algo pero pasaban los años y jamás aparecía nadie. Aún así, aovillada con la mirada perdida esperaba ayuda para salir de su pozo, literalmente. Pero mejor recapitular y explicar...


Algunas noches escogidas con superstición, siguiendo una profecía personal bajaba la pequeña hasta el fondo de un pozo tiempo ha en desuso. De tosca piedra, con un frágil y deteriorado techamen de madera podrida que soportaba una barra de madera horizontal mohosa, atada a la cual una cuerda medio roída que ya ni sostenía cubo alguno ni extraía agua, solo pendía en el aire.


Bajaba ella al fondo del pozo valiéndose de una rudimentaria escalerilla de cuerda en complicado descenso. Allí montaba guardia con una vela encendida, esperando durante toda la noche la llegada de alguien que la “rescatara” imitando los cuentos que su madre le leyera cuando era un bebé hacía muchos años atrás: “La bella princesa esperaba en la alta torre del reino más lejano custodiado por un fiero dragón que aguardaba al noble caballero enamorado que llegaba para hacerle frente y salvar a la dama...”

Esperaba con ansía que su cuento inventado se hiciera realidad.


Su versión de la historia era un tanto más inverosímil todavía, esperaba en el fondo de un pozo, lo cual simbolizaba para ella muchísimo más que una alta torre; la similitud entre el fondo de su alma podrida. Debía esperar la llegada del noble caballero (o dama) poco le importaba el género, no estaba en posición de decidir nada, si llegaba alguien que no fuese un cuervo esperando a que muriese la chiquilla para zamparse sus restos pues daría gracias y a lo mejor hasta recordaba cómo se rezaba.

En el bosque solo había alguna que otra manada de lobos que sortear, así pues de ahí la diferencia con el dragón que custodiaba la torre. En el pozo no había nada especial que nadie quisiera proteger.

La verdad era que ni ella era la princesa de bucles dorados que idolatrar ni quien la buscara sería ningún príncipe azul.


Así que noche tras noches de luna llena, cada cierto tiempo esperaba a su particular salvador pero el caso es que nunca había llegado...¿esperaba acaso que solo con desearlo mucho se cumpliera? Seguía siendo una niña eso estaba claro, aunque su conciencia la torturara tantísimo.

Así pues esas noches solo resultaban más amargas que las demás, no había valientes caballeros andantes buscándola para protegerla, nisiquiera intrépidas amazonas...

La cruda realidad era su mortuoria y afilada soledad, mas aunque lo supiera se negaba cabezota a aceptarlo y se debatía entre espejismos y realidades, entre crueldades, torturas de su propia mente.

Quizá la idea de salir del pozo se debía a su malsana enajenación mental, tal vez a la necesidad de la compañía... Bien sabía que nació, vivió y ya estaba muerta...Siempre sola.